Después de todo el verano sin hablar vuelvo con energías renovadas y con algún velo menos en la mente. ;)
A principios de verano tenía algunos planes sobre como comenzarlo y como afrontar algunos temores que me venían rondando desde hacía años y al final… ¡lo hice! :D.
Perdón… te preguntaras que qué es lo que hice, pues bien, al final salí a la calle con las piernas totalmente depiladas. Bien es verdad que esto no es del todo cierto pues no estaban depiladas sino rasuradas y que no era la calle sino la playa pero no nos perdamos en la gramática y centrémonos en lo importante que es que ¡lo hice! :D.
Para muchos esto no será un gran paso, ni siquiera un paso, pero para mi que soy súper tímido y que creo que me van a señalar con el dedo cuando voy por la calle ha sido toda una odisea. Para empezar una de las causas por las que no había salido en público así era porque me moría de vergüenza al mostrar mis piernas; no se si sigues mi diario pero físicamente soy mas bien delgado y mis piernas son bastante femeninas por lo que ir por ahí luciéndolas, aunque ha sido siempre un sueño, me daba, por que no decirlo, algo de miedo. El caso es que al empezar el verano y plantearme muy seriamente que es lo que quiero y que no en mi vida y como poder ser feliz llegue a la conclusión que si en mi intimidad me vestía de mujer y para ello me depilaba al salir a la calle no podía coger mi «traje de pelos» y ponérmelo para ocasiones especiales como ir a un medico, a la playa o para hacer deporte, por eso el principio estaba en mostrarme a los mas cercanos, en este caso la familia, y cogí una tarde y sin pensarlo mucho me pase una de esas maquinas de cortar el pelo por las piernas y axilas usando el peine mas corto; al día siguiente íbamos a la playa así que era una excusa tan buena como otra cualquiera para «lucir» mi nuevo bañador. Y ya no había marcha atrás, lo que fuera a ser, que fuese :P.
Las primeras miradas al día siguiente fueron de extrañeza, yo, que nunca había ido así, ¿por que ahora?, pero al final nadie dijo nada, ¡y que demonios! ¿por qué iban a tener que decir nada? ¿no es acaso mi cuerpo? ¿no soy acaso yo el mismo? ¿no soy acaso yo mismo, el que siempre fui?. Todo fue sorprendentemente muy sencillo y eso me animó a llevar a cabo la segunda parte de «mi plan», parte que al principio no estaba muy seguro de llevar a cabo pero que, animado por la primera experiencia «con público», no tarde más de una semana en completar.
Elegí para ello el día antes de que la familia se fuese por un día de casa por compromisos que tenían y que sabía que iba a quedarme solo para tener algo de «margen de maniobra». Para mi todo esto es como un ritual así que prepare el baño, me afeite a conciencia la cara y pase a rasurarme las piernas, fue algo rápido, sin pensar, como se hace al quitarse una tirita.. Al salir de la bañera estaba totalmente rasurado y la sensación, bueno, seguro que la conoces, era única, pero lo que más emoción me daba era que al día siguiente iba a dar ese paso que hace años tenía que haber dado.
Al día siguiente cuando me levanté ya se habían ido todos y estaba solo, después de asearme me quedé desnudo y cogí una toalla y un bañador de esos tipo cullotte que hacía un par de años compre para preparar un momento como este pero que al final, por miedo, no llego pero que ahora se me echaba encima sin remedio, no ganas que tenía yo ya de remediarlo; me dirigí al espejo, me di crema solar por todo el cuerpo prestando especial atención a las piernas y me puse el bañador; ¡era increible!, puesto en mi con esas nuevas piernas libres de vello era otra cosa, todas sus formas se mostraban mucho más definidas y brillantes, este bañador marcaba mucho mas la silueta y formas de lo que recordaba cuando lo compré y si, ¡mis piernas eran femeninas pero iba a ir a la playa así de todas formas, porque me gusta y yo no hago daño a nadie por hacerlo!.
Cogí el coche y fui a una playa que queda un poco mas alejada de casa pero que es bastante mas tranquila y tiene una arena finísima, no me puse pantalones para el trayecto, esta vez ya no tenía nada que ocultar, lo iba a mostrar todo una vez llegara allí :P. Nada más abrir la puerta sentí la brisa en mis piernas y respiré profundo, salí.
Al ir por el paseo de madera que separa el aparcamiento de la arena de la orilla sentía las distintas ráfagas de viento en mis piernas y me sentía desnudo, a cada paso pensaba en lo natural que hacen esto todas las mujeres y como, con esos bañadores que tapan lo mínimo pueden evitar el sentirse así, desnudas, supuse que porque todos lo vemos como algo natural y por eso no se avergüenzan de mostrarse en bikini y si al mostrar su ropa interior al ir por una calle donde se supone que el vestido es otro. Al llegar a la arena no podía evitar sentirme desnudo pero era una sensación que me gustaba, con ella me dirigí hasta un lugar que me pareció bueno para colocar mi toalla y, con gente a los lados, alejados, si, pero a los lado, me senté y me volví a aplicar crema solar en las piernas.. ¡yo dándome crema en las piernas en público, no me lo creía!. Al terminar me incorporé, dejé mi camiseta con el resto de mis cosas y fui a la orilla.
La sensación ya no fue tan placentera como la del viento, supongo que mis niveles de endorfinas volvían a normalidad al notar que a la gente no le preocupaba lo mas mínimo mi presencia pero al sumergirme completamente y ver a través del agua mis piernas flotar libres me sentí libre. Volví a la toalla, jugué un rato con la arena entre mis piernas y al deshacer el paseo hasta el coche me cruce con una mujer con su hijo, tuve una cierta sensación de miedo a ser juzgado al tener a alguien tan cerca en esta primera experiencia pero al pasar y mirarme no note extrañeza ni prejuicio en su rostro y eso me dejo mas tranquilo y feliz, al fin puedo estar tranquilo sin miedo a nada por la tontería de «cuatro pelos».
Todavía con las piernas algo mojadas y la piel tensa y suave por el salitre y el frío del agua llegué al coche, subí y volví a casa liberado por dentro. Días más tarde salí igual que entonces pero con gente, entonces tuve alguna que otra mirada de extrañeza pero a nadie se le ocurrió nada mas que alguna bromita sin importancia, un pequeño precio por ir sin miedo donde y cuando quiera.
Bienvenido de nuevo.
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